Si me mandan a la guerra, no me escribas ninguna carta,
los soldados somos novios de la muerte,
empuñando nuestras armas en el frente.
Si me mandan a la guerra, no derrames ninguna lágrima,
los soldados no lloramos en rincones,
vamos siempre destrozando corazones.
HOY LA GUERRA VA POR TI, MAÑANA PUEDE QUE POR MI,
LA CABEZA EN LA ALMOHADA, PIENSA SOLO EN EL MAÑANA.
Si me mandan a la guerra, hazme pronto una tumba en la tierra,
los soldados no tenemos sentimientos,
nuestra carne, no refleja sufrimiento.
Si me mandan a la guerra, no me importa que olvides si quieres,
los soldados nos debemos a la patria,
la bandera, nuestra sangre y vida entera.
HOY LA GUERRA VA POR TI, MAÑANA PUEDE QUE POR MI,
LA CABEZA EN LA ALMOHADA, PIENSA SOLO EN EL MAÑANA.
(Nunca quise hacer el servicio militar; me expresé pacifista. Hasta el año 2001, la mili fue obligatoria para todos los jóvenes en España. Yo me hice objetor de conciencia -la insumisión era cosa de valientes-, después de agotar todas las prórrogas, para incorporarme a filas. Hice la llamada Prestación social sustitutoria. Esta fue una canción «protesta»).