Yo que traté,
con reyes y villanos,
que obraba con las manos
y, a tus pies me rendí.
Yo que viajé,
del paraíso al averno,
que huía de aquel infierno
y, a tus pies me rendí.
Yo que juré,
mi amor, puro y confiado,
que dudé de Dios, postrado
y, a tus pies me rendí.