Déjame
Déjame ser tu ángel custodio,
el guardián de los sueños,
espíritu celeste que habita,
en la ribera de tu aliento,
cuando se pone el crepúsculo.
Déjame ser el vigía constante,
el que protege tus temores,
escolta devoto que aguarda,
en la linde de tu cuerpo,
cuando se vela el horizonte.
Déjame ser centinela sereno,
el celador de emociones,
tu séquito que ampara,
en el líquido elemento,
cuando se aposta el ocaso.