10/12/1995

El vendaval de otoño me dejó helado,
nunca supiste darme una respuesta
y, yo con el interrogante presente,
siempre con el mismo signo en la frente,
señalado hasta el fin de mis días.

Cuando cayeron las hojas me quedé helado,
así nuestro amor se mudó en desnudo,
como un lienzo emborronado de trazos,
que cubren corazas, armazones, miseria,
y yo sigo luchando entre tú y la histeria.

Y la lluvia llegó, como hielo me quedo,
empapóse mi alma de lágrimas de miedo
y ese negro agujero que nunca se cubre,
de la misma manera me miro al abismo,
es el espejo de un fracaso fracasado.

Después de la tempestad vino la calma,
pero el témpano se clavó en mi estómago,
como una losa, escarbo y escarbo,
superior a mis fuerzas tú fuiste,
siempre quise llamarte un “te quiero”.

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