El opio del pueblo,
como dijo Carlos Marx
no es la Biblia, el Corán,
ni el Talmud, ni el Torah,
es el móvil, sin más,
que nos hace olvidar,
que podemos pensar,
razonar y cavilar
y, no ser adictos
y, por tanto, enfermar.
El opio del pueblo,
como dijo Carlos Marx
no es la Biblia, el Corán,
ni el Talmud, ni el Torah,
es el móvil, sin más,
que nos hace olvidar,
que podemos pensar,
razonar y cavilar
y, no ser adictos
y, por tanto, enfermar.