La tarde como presagio de una nueva madrugada,
languideciendo, triste y pesarosa, a la vez pasajera,
trémulos labios, pálidos, purpúreos, tus labios,
reacios a ser mancillados por un beso.
La tarde eterna, nívea, brumosa y espesa,
acompaña minutos, fracciones de tiempo,
cortinas de humo, desvistiendo tus silencios,
silencios de nubes, tormentas pasadas.
La tarde, testigo mudo de nuestros fracasos,
abatidos, yacentes entre las sábanas,
alimentados por vanas y crecientes brujerías,
alquimia de las noches, fundidos los cuerpos.