Hoy te escribo una carta de despedida,
unas palabras de cariño y afecto,
de profundo agradecimiento,
por haber sido sangre de tu sangre,
por el vínculo sagrado entre padre e hijo,
palabras que brotan del corazón,
y, estremecen al ser leídas,
te escribo pues te marchas,
aunque luchas denodadamente,
y te resistes con fuerza,
no quieres dejarte llevar,
te escribo porque te quiero,
pues existo gracias a ti,
tú me diste todo,
la generosidad fue tu impronta,
a pesar de las huellas que la enfermedad te dejó,
de los altibajos y de los silencios,
fuiste un ejemplo,
y por eso, te escribo,
sé que pronto te diré adiós,
pero siempre estarán en mi corazón,
al igual que espero,
en el momento en que, llegada mi hora,
mis hijos sientan el mismo amor,
que hoy a ti te profeso.
(Adiós papá, adiós, papá, consíguenos un poco de dinero más)