Me fui sin decir adiós,
no por mala educación,
sino por discreción,
sin llamar la atención,
sin decir nada, a nadie.
Me despedí a la francesa,
au revoir, sans die, orbua,
desaparecido sin dar cuenta,
sin tener que saludar,
sin necesidad de justificar.
Me largué y a mi modo,
del lugar donde estaba de más,
sé que no estuvo bien,
pero qué le voy a hacer,
sí soy vulgar y convencional.