Es la hora de tomar asiento,
sobre tu cuerpo destronado,
horadar con mis manos el secreto,
tus rincones quietos, desgastados.
Es la hora de sudar aliento,
sobre tu vientre denostado,
enjugar mis locuras y, silencios,
en tus labios quedos, empapados.
Es la hora de morir ardiendo,
sobre tus ojos cansados,
consumir tu mirada en el averno,
de mi amor pequeño, desolado.
Es la hora de parar el tiempo,
sobre tus pies ya rendidos,
desatar las pasiones y, sentidos,
conjugar las palabras del pasado.