Salí a tu encuentro,
tarareando una canción,
esa dulce melodía,
me embargó la emoción,
te vi caminando a lo lejos,
a la luz clara del día,
desató mi dormida pasión,
siendo tú la pura armonía,
que late hondo en el corazón,
tan joven y tan viejo,
el ritmo y la sintonía,
el estribillo de la razón.