Pim, pam, pum,
lo que deberían ser fuegos de artificio,
es el sonido desgarrador de la guerra,
la alegría de la celebración,
se torna en profunda tristeza.
¿Cómo podemos vivir ajenos a esto?
¿cómo es que miramos para otro lado?
o ni siquiera miramos…
como yo, que soy un cobarde,
un espectador al margen de la realidad,
uno que mira la muerte, pasar de puntillas,
uno que ya no siente, ni padece,
que confunde la ficción con la realidad,
a sabiendas de que no es invención,
sino la existencia de otros muchos,
que al contrario que yo,
han tenido la mala suerte,
de nacer en el sitio equivocado
señalado por el fatal destino.