Nunca fuiste santo de mi devoción
Nunca fuiste santo de mi devoción,
ni quise arrodillarme ante tu altar,
tú que me desairaste la comunión,
esa aureola tuya, nunca fue de fiar.
No bebí los vientos en tu nombre,
ni te coloqué la alfombra al pasar,
en las colas turbado me colocaste,
morder la lengua para no execrar.
Ahora tu alma ya no habita en mi,
me cuelgo los ajos para expulsar,
agua bendita salpican mis manos,
mi crucifijo te hará a ti renunciar.
No pretendí venerarte ni honrar,
ni deseé santiguarme en retablos,
tú me incitaste a morder el polvo,
a injuriar con absurdos vocablos.
Nunca fuiste santo de mi devoción,
no consigné las misas en tu honor,
dejaste el alma en sombría ruina,
vulneraste mi ser, callé mi pudor.