Apoyadura
Siempre tuve una gran apoyadura,
Dioses irreales que me sostienen,
un anclaje de sogas, ora maromas,
que afirman mis pies a esta tierra,
son vigas que sujetan las entrañas,
de cariátides descansando el peso,
por una carga que debe eclosionar,
liberando tensión de la apoyadura.